NOCHE DE SANTIAGO
 


(Desde esta bendita tierra del Sur, para Galicia: mi otra orilla.)
Veinticinco de Julio, día de Santiago Apóstol

 


Encendida la noche,
el corazón
y el viento
en cielo de cristal, y estos versos
en el mar
del alma,
al contemplar, lejano,
un inmenso arco iris estelar,
manantial de fuego
en las riberas que añoran mis latidos.

Galicia es la Alborada,
la luz estelar de este poema.
A ritmo de añoranza se refleja...
Acaricio su nombre, al nombrarla.
La contemplo,
más allá del paisaje y estos versos,
impresa en el albor estelar
de un fuego alado.
En esta noche mágica,
encendida Compostela
en el cristal del cielo,
el corazón
y el viento,
y en el mar
del alma,
por Santiago.



CADA MAÑANA...
 


Alguien muere de sed cada mañana,
en otra tierra, entre caudales de nostalgia,
entre estos versos, mientras la sed nubla el sosiego.

Alguien muere de amor sin yo saberlo,
cada mañana,
donde expiran llamas acotadas,
bajo el frío de las piedras, o, en cielos a la deriva.

Alguien espera sin saber que yo le aguardo,
lejano a mi horizonte,
cada mañana, escondida en el tiempo.


CADA DÍA...
 


Cada día es sentir
un murmullo más,
de soledad,
en este océano de aguas grises,
varados los vientos,
silenciado...

El sentir cotidiano
hiela el sol de la existencia
donde, aún, esperan sueños
que jamás olvidé.
Nace otro día,
en la mirada,
en la voz, en la cercanía
secreta de una lágrima,
vacío el mar de lágrimas
que me consolaban, como cuando niña,
con el más leve roce.

En mí, el tiempo
trenzó surcos y leyendas
sin final, llegado el fin.
De gris viste el paisaje
lírico de mi nostalgia.
Allí, quedan perdidas promesas
en las más altas ramas del viento.
En cada rama olvidé el alma;
entre la espesura, la vida
que ahora necesito.

 

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