TIEMPO DE MELANCOLÍA

 


En este tiempo de melancolía
cuando el otoño nuestro cuerpo hierra,
la vida es como flor sin lozanía
que a la vida se aferra.
Se nos fueron los días del estío
como a la flor su efímera belleza
tras alcanzar el páramo sombrío
del umbral de otro tiempo sin grandeza.
En tiempo de canciones otoñales,
somos notas de viejos arreboles,
por campos de barbechos y trigales
entre aspas de molinos y faroles.
Mendigos, trashumantes, soñadores,
hidalgos trovadores del destino,
labriegos de esperanzas y de amores,
pastores a la sombra de un camino.
Mas aunque las esquilas del tiempo hieran
nuestros cuerpos, el alma es fiel balanza.
Ella sostiene alientos que generan
mañanas de sol cálido y templanza.
Mas tras este tiempo tan efímero,
como la flor, seremos invisibles
átomos renacidos en aurífero
universo de aromas intangibles.

 

SE FUERON LOS DÍAS...


 

Se fueron los días
de la primavera.
No quedan caminos
de sendas abiertas.
Sólo la esperanza
para el alma vieja.

Muerta el alma mía,
otra primavera
de otro camino
abrirá sus puertas.

Se fueron los días
de la primavera.
Se me fue la vida
que un día me diera.
Mas sueño que tiene
el cielo una eterna
primavera verde
para el alma vieja.

 

INVIERNO EN MI PIEL
 



Es frío el día. Ocaso
de invierno en fría senda,
anémicos los cúmulos
de nubes esqueléticas.
Bajo esta luz de invierno
descansa en mi ribera
la piel de un sol cansado,
la luna sin estela.
El viento, frío, exhibe
su capa de hojas muertas,
y el mar mece en su cuna
rosal de fría niebla.
El agua, fría corriente,
mi alma enfría, mientras
la noche acechan fríos
corazones de piedra.

 

AL SON DE LA MAR...
 

A Luar na Lubre,
 

 

A solas. Con la mar
a solas,
encumbrando el silencio,
atardecen mis ojos
mudo caudal en sombras.

A solas. Con la mar
a solas,
en la cumbre
donde crece un oleaje imparable
estos versos.

A solas. Con la mar
y el viento,
el atardecer
y el silencio...
Y un abismo de sueños, ya libres,
sin escalas, sin rumbo..., sin puerto.

A solas. Con la mar
a solas,
navegando las orillas
del atardecer, y el viento,
del silencio sostenido
por la sangre y el miedo...
En las olas, corolas
de esperanzas marchitas
en este coso sin ruedo.
En los cielos, coronas
faenando la hondura
de la alta mar, a solas.

Y yo, a solas con la mar
y el viento,
el atardecer
y el silencio...

 

PLANETA TIERRA

 


Esta tierra, agostada flor de altura,
es como seca rama, rosa herida
que aún sueña la infinita luz perdida,
la fiel mano hacedora de ventura.

Mas esta tierra tras su fuente oscura
conserva siempre en raíz pura, florida,
lo que el hombre destierra de esta vida:
paz y amor, en mortal cabalgadura.

¡Nada esperáis del hombre en esta hora,
exiguo el sol, airado el alto viento,
agitado el mar, sin cristal la aurora...!

¡Gritáis sin voz al cielo el cruel tormento
de corazones sin alma! Y, ahora,
es turbia oscuridad mi pensamiento.

 

FUENTES CAUTIVAS

 


La noche está naciendo
farolillos rojos sobre Granada
que el sur abre en la noche
de un ciego rosal de agua.

Viejas fuentes esconden cauces rotos,
de recónditas lágrimas:
son lágrimas de amor y olvido de una
lóbrega luna que entre sombras vaga
muerta de amor. Sus lágrimas de oro
guardan secretas fuentes, por la Alhambra.

 

MAR MEDITERRÁNEO
 

Mare Nostrum...

 

Mar de soles y ocasos... Mar de vida
a merced de mareas en arribada.
Mar, ribera de pueblos, atrapada
entre oleajes de sangre en embestida.

Mar de eterna esperanza contenida...
Mar azul, fiel crisol de mi mirada
que deslumbras cual cima de alborada...
Mar de sueños, umbral de despedida...

En la hondura de tu arcano cristal
ciegos ojos desnudos, sin memoria,
en ti hallaron el seno de la gloria...

Alba del mundo, lecho, cruz, fanal...
Mare Nostrum girando sin ser noria,
por los siglos..., la rueda de la historia.

 

BAJO LAS RAMAS DE UN VIEJO OLIVO
 

A F. G. Lorca
 


Viejo tronco de olivo enreda el aire
con sus alas de verde endurecido.
En sus ramas bravías y en mis ojos
caracolean cálidos suspiros.

La lluvia escurridiza anhela el aire:
aire de campos tristes y baldíos…
Tras mis pasos, muriendo está la tarde
junto al verde sediento del estío.

¡Ay campos de tristes espirales!
Bajo las ramas de un viejo olivo…
¡Bajo sus ramas, muero en la tarde!
¡Qué triste verde, el de un campo herido!

 

AVE DE LUZ
15 de octubre de 2004
 

Para ti, padre, víctima inocente del mal del olvido…


I

Tenue ave de luz me invoca,
abre surcos en mi piel,
al pasar me da la miel
que el cielo puso en su boca.

Sólo su nombre provoca
en mí un sentimiento fiel,
mi sangre es raudo corcel
cuando el amor la desboca.

En esta velada incierta
viejos duendes se hacen dueños
del sentir que me socava.

Alba, si mi ser despierta,
dime si mueren los sueños
cuando la noche se acaba...

 

 

II

Porque al alba, mi ser es invariable
mundo donde el amor y la cordura
son dos saetas rasgando el insondable
abismo donde anida la locura.

La fría madrugada es la culpable
soledad que acrecienta mi tortura...
El día es el umbral de interminable
sinrazón donde mi alma se aventura.

Sé que espera por mí otra madrugada...
Esta muda congoja que me embarga
es volcán que trastorna mis latidos.

Mi sombra tras la luz de la alborada
permanece; en mi piel, la flor amarga
de un amor y unos sueños desvalidos.

 

 

III

Fue tu adiós sin palabras, sin sentido...
Tu olvido enloqueciendo el alma mía...
Llueve. Y es como gota de agua fría
en la piel de este cuerpo ensombrecido.
Llueve. El sol tras las nubes escondido
duerme donde la gris melancolía
ronda el sueño. Al nacer la luz del día
languidezco al saber que te he perdido.
No es tiempo... y es curioso, te diría:
que sé, sin dudas, cuánto me has querido...
Fue tu amor pura luz de alma bravía;
del jardín del ayer, árbol florido.
Fue tu adiós sin palabras, sin sentido...
Tu olvido enloqueciendo el alma mía...

 

CON EL PASO DE LOS AÑOS
 


Yo he sentido en la noche
mientras huyen las horas,
una voz añorando aquel tiempo
y una lóbrega luna que llora.

He sentido en el viento que pasa
el aroma y las últimas hojas
de la flor que mi cuerpo arrancaba
el rosal de mi boca.

He sentido una lágrima mía
esconderse en las sombras,
y la noche de triste armonía
encumbrar los sentidos
junto a trágicas notas.

Hoy he visto entre sueños
por el cielo volar una alondra
y he querido aprender de su vuelo.
Algún día mi vida,
volaré con la aurora.

 

TUS OJOS…

 

Cuando miro a través de tus ojos
repletos de sueños,
el fulgor de una estrella imagino
surcando los cielos.
Y quisiera poder despojarme
del mísero tiempo
Y acunar, con mis brazos de madre,
el pájaro blanco
Que impulsa tu vuelo.

Cuando miro la luna en la noche
que habita mi cuerpo.
Los recuerdos trotar como ardientes
jinetes sin freno.
Yo quisiera poder protegerte
del álgido viento.
Y alejar de tu vida por siempre
el gélido invierno.
Azotar sin miedo,
en la noche las sombras que esperan
robarte los sueños.

Que al mirarte, tus ojos me dicen
que ya llevas dentro
la luz de mi aliento.

 

SUEÑO DE AMOR

 

Soñando pródigos valles,
rodando yermas estepas,
un hombre, solo, camina;
un gris corazón, le alienta.
Sin rumbo, vaga perdido
tras el amor que no encuentra
hollando sendas sin flores,
ansiando fuentes serenas,
buscando un alto destino,
eternidad sin tinieblas,
de claros cielos, y días
de azules cumbres abiertas,
de noches, donde ninguna
lágrima a sus ojos vuelva.
Un hombre, solo, camina
para encontrar cuanto anhela:
su amor soñado, y el verde
de la más alta ribera.

 

¡VIDA MÍA…!

 


Dejas, vida mía, al pasar tu brisa,
agónica la flor de mi mirada.
La tierna flor que tú me diste un día,
al pie de la infinita noche fría
es, hoy, un tallo yermo.
Cómo en débil suspiro
tornaste la firmeza de su aliento,
soplo efímero en este cuerpo mío,
ayer, bajel bravío
sobre mar abierto.
Cómo es que, ya, mi vida,
camino junto a ti hacia el ocaso.
Ave de luz, aún, mi ser balancea
primaveras que sangran y planean
altas naves de plata en cielo raso.
Raudo ha sido el compás
que le diste por mí al reloj del tiempo;
diapasón imparable mi cuerpo hiere:
por mí, sus notas entonan un réquiem
en póstumo concierto.
Junto a mí, vida, escapas;
mas aún baila la luna en el estío.
Caminamos sin tregua y en silencio,
con la brisa marchita que en mi siento
de otoño gris y amanecer sombrío.